FUNERAL A LA ROMANA
Imagen de Anton Darius vía Unsplash.
Halloween, el Día de los Muertos, el día de Todos los Santos... Tenga el nombre que tenga el día de hoy está marcado por la muerte, por ello esta semana va a estar dedicada a aprender más sobre cómo era la muerte en el mundo romano. ¡Vamos a ello!
Para comenzar con esta temática, hoy vamos a conocer los rituales romanos para la muerte y vamos a compararlos con los que tenemos nosotros.
El funeral empezaba en la casa del moribundo donde sus familiares lo besaban para retener el alma que se escapaba por su boca, cuando fallecía se le cerraban los ojos y se pronunciaba su nombre tres veces.
El cuerpo se untaba con ungüentos y se lavaba para exponerlo rodeado de flores entre 3 y 7 días para que acudieran a despedirse de él. Además, se usaban ramas de abeto o ciprés para poner en la puerta de la casa señalando que allí había un difunto.
Posteriormente se producía una pompa funebris para llevar al fallecido a su tumba. Este ataúd era o bien llevado con una especie de camilla o a hombros y se depositaba en el sepulcro tras realizar un sacrificio de una cerda y haber llamado al alma del difunto para que entrara en su nueva casa.
El féretro se colocaba en tumbas excavadas normalmente a las afueras de las ciudades y en los márgenes de las vías o en mausoleos construidos ad hoc.
Antes del siglo II, la forma más normal de enterramiento era la incineración. En este caso la ceremonia se hacía en una pira con forma de altar donde se depositaba el ataúd y luego se le prendía fuego, habiendo llamado al difunto una última vez. Las cenizas se colocaban en columbarios, nichos especiales para depositar las urnas que las contenían.
Como ves, el exponer al difunto para el último adiós, las flores para el fallecido, el portar el féretro hasta la tumba, la incineración y las urnas para las cenizas provienen de la Antigua Roma y perviven en nuestros días.
Somos romanos también en el último momento de nuestra vida.
¿Te lo habías planteado alguna vez?