LA JOYERÍA ROMANA
El gusto por las joyas nos viene de lejos pues ya las mujeres romanas las usaban y en el mundo romano se apreciaban.
Lo que más se utilizaba en el mundo romano eran los anillos (que también eran utilizados por los hombres) y tras los anillos lo que más se usaban, por la utilidad de ellos, eran los broches, en especial las fíbulas.
Los broches y fíbulas eran usados para enganchar y ajustar las prendas de vestir y mantenerlas en su lugar.
También se utilizaban los collares para adornar el cuello y las mujeres romanas los lucían de oro y con piedras preciosas y semipreciosas. Las piedras que más les gustaban a las romanas eran las perlas, el ópalo y las esmeraldas.
Así mismo, usaban brazaletes para decorarse las muñecas y los brazos. Por otra parte, las romanas comenzaron a hacerse agujeros en las orejas para poder lucir pendientes también.
Además, en época imperial se puso de moda el llevar camafeos que con piedras semipreciosas representaban retratos o figuras gravados en ellos.
También las mujeres romanas lucían tiaras y diademas en sus cabezas para decorar sus peinados.
En muchos museos donde se exhiben
piezas romanas se pueden admirar colecciones de joyas romanas que nos
permiten conocer hasta qué punto los romanos manejaron la orfebrería.