LOS ECOS DE LAS BUCÓLICAS DE VIRGILIO EN GARCILARSO DE LA VEGA

20.10.2022
Paisaje con ruinas romanas y pastores de Cornelis Van Poelenburch. Fuente Wikimedia
Paisaje con ruinas romanas y pastores de Cornelis Van Poelenburch. Fuente Wikimedia

En diferentes ocasiones hemos comprobado que Garcilarso de la Vega bebió de las fuentes clásicas, pues bien, hoy vamos a ver qué tomó de las Bucólicas de Virgilio. ¡Vamos! 

Garcilarso de la Vega es un poeta español de la época del Renacimiento. Esto es importante porque el género pastoril durante el Renacimiento tuvo un auge importante primero en Italia, en especial con la obra La Arcadia de Sannazaro que asentó las bases para las novelas pastoriles, y posteriormente el género se trasladó a España donde tuvo un gran desarrollo y fue cultivado por grandes autores como Miguel de Cervantes y nuestro Garcilarso de la Vega. 

De hecho, Garcilarso de la Vega compuso tres églogas que son consideradas de sus mejores composiciones de entre su extensa producción. 

En la Égloga I encontramos dos pastores, Silicio que se queja del desdén de su amada Galatea y Nemoroso que llora la muerte de su amada Elisa. 

 En la Égloga II el pastor Albanio cuenta sus penas amorosas por el amor no correspondido de su prima Camila mientras Nemoroso y Silicio le consuelan y luego el pastor Nemoroso realiza un largo parlamento sobre el mago Severo, el viejo Tormes y la Casa de Alba. 

En la Égloga III Garcilarso cuenta su propia historia a través de los bordados que elaboran cuatro ninfas en sus tejidos. 

Solo con los resúmenes podemos comprobar cómo la literatura latina está presente en las Églogas de Garcilarso, pero aun así te voy a mostrar un ejemplo de cómo el poeta español introduce retazos del poeta latino en sus composiciones. 

En Égloga II, vv. 1867 - 1872 encontramos: 

Recoge tu ganado, que cayendo
ya de los altos montes las mayores
sombras, con ligereza van corriendo. 

Y en Virgilio, Bucólicas, X, vv. 75 - 77 tenemos: 

Levantémonos; la sombra suele ser nociva a los que cantan, nociva la sombra del enebro; dañan también las sombras a las mieses. Tornad al establo hartas, aparece ya el Lucero, tornad, cabrillas mías.