VIAJANDO POR EL IMPERIO · CAPÍTULO LI · EL TEMPLO DE DIANA EN MÉRIDA
Hoy nos vamos de viaje por el Imperio cerquita, pues nos quedamos en la Península Ibérica para volver a Mérida y visitar su templo de Diana. ¡Vamos que nos vamos!
Al templo que hoy visitamos se le conoce como Templo de Diana porque en el siglo XVII el historiador Bernabé Moreno de Vargas, procedente de la propia Mérida, lo identificó como tal, pero en verdad por los hallazgos en las excavaciones y su situación, se cree que más bien fu un templo dedicado al culto imperial a través del cual se veneraba a los emperadores divinizados y al Senado.
En cuanto a su fecha de construcción, cree que fue levantado bajo el mandato de Tiberio (14-37 d.C.) por una escultura que se encontró en las excavaciones que se cree que le representa. Su ubicación dentro de la ciudad a diferencia de otros edificaciones de Augusta Emerita es completamente distinta, pues mientras que otras de las construcciones se encontraban a las afueras de la ciudad romana, el templo de Diana se encontraba en pleno centro, en el foro de la ciudad romana (donde hoy en día se encuentra también el centro de la ciudad actual) y además, estaba construido en el cruce del cardo y el decumano de la ciudad.
Por otra parte, como hemos visto en la publicación de esta semana sobre los templos, los templos romanos contaban con un espacio sagrado a su alrededor, pues bien, el Templo de Diana es un ejemplo de ello, ya que a sus pies se ven los restos de los jardines y fuentes o estanques que hubo en otro tiempo.
Además, el templo está erigido sobre un podio y sobre él se encuentra el pórtico con la columnata que rodea toda la planta del edificio, aunque en este caso conservamos únicamente la mitad de todas las columnas que tuvo. En el frente, el pórtico tiene seis columnas y en los laterales presenta once.
Es una maravilla poder contemplar un templo romano como este, ¿no te parece?
Te leo en comentarios.
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